LA  ATENCIÓN PRIMARIA SE “DESFONDA “ CON LAS TELEFÓNICAS Y NECESITA AYUDA URGENTE

Muy pocas veces o ninguna en la historia de la Atención Primaria se había vivido el agobio que están sufriendo ahora mismo los médicos de los centros de salud, especialmente los urbanos. El ambiente se ha enrarecido, cada vez se aprecia más el enfado y la desesperación de los profesionales, que ven cómo a pesar de la cantidad de horas que pasan en sus consultas, cada día salen más tarde y con la sensación de no estar haciendo bien su trabajo, de hacer el trabajo para el que se han preparado un montón de años. Y no hay vuelta atrás; es decir, no se puede volver a la situación previa a la pandemia, hace falta definir qué modelo necesitamos.

El número de consultas totales se ha disparado, sobre todo a costa de las telefónicas, siendo las presenciales, no presenciales y avisos menor. Y debe quedar claro que el uso del teléfono fue idea del Ministerio y de las Comunidades Autónomas que decidieron disminuir la actividad presencial para aumentar la seguridad de pacientes y profesionales.

Durante la pandemia, además de asumir los riesgos de una atención directa, hemos tenido que cambiar completamente nuestra forma de trabajar, jugando en un campo desconocido para nosotros, y que nos requiere un importante esfuerzo, y el teléfono se convierte en una herramienta fundamental que ha venido para quedarse. Ahora “seguimos jugando fuera de casa” porque las consultas telefónicas tienen otro ritmo, producen mucho menos feedback al profesional y al paciente, aumenta nuestras posibilidades de error y además con las ausencias debidas a las merecidas vacaciones de los compañeros, estamos en el limite, llegando muchos día a los 60 citas por médico.

La hiperaccesiblidad que antes era presencial ahora se ha convertido en hiperaccesibilidad telefónica. Y lo peor es que el SESPA no ha sido capaz de hacer un catálogo de atribuciones de los distintos profesionales de los centros de salud. Es decir, que más del 80 por ciento de las llamadas y las consultas siguen siendo para el médico, el cual está agotado y a punto de abdicar, porque no ve salida ni percibe que se tome en serio su grave problema. Es fundamental la formación de los administrativos de Atención Primaria en triaje telefónico, y es fundamental que ellos sepan las atribuciones de cada profesional para saber a quien pasarán el aviso, la llamada, la consulta, el informe social, el problema de la prescripción electrónica o el flemón dental. Esto que parece elemental no se está haciendo.

Algo hemos mejorado porque antes la hiperconfidencialidad malentendida impedía preguntar al paciente para qué llamaba, y ahora con la pandemia se puede matizar más el motivo de llamada, y así poder delimitar quien debe resolver el problema. Pero la realidad es que llegan al médico la inmensa mayoría de las consultas y para ello es suficiente con mirar las agendas de trabajo y contar. Tampoco es tan difícil: contar.  También hemos mejorado en receta electrónica en el sentido que se puede incorporar a la tarjeta sanitaria sin pasar por el centro, en el teletrabajo, en disminuir la burocracia con inspección, en aumentar la actividad no presencial.

Es preciso que la Administración tome medidas en cuanto a la asignación de recursos, en cuánto a las instrucciones a la población que deben utilizar los recurso con prudencia y sólo cuando sea preciso, y en cuanto a la búsqueda de soluciones que hagan real la distribución de cargas en los centros de salud.

Los médicos por nuestra parte empezaremos a cursar hojas con prolongación de jornada cada vez que tengamos que excedernos en nuestra jornada laboral y empezaremos a exigir agendas razonables, porque así no vamos a poder seguir aguantando. Y me temo que las listas de espera van a hacer acto de presencia porque no pueden obligarnos a ver pacientes sin sentido.

La Atención Primaria sigue contando con el fervor oratorio de los políticos, pero una prioridad política sin financiación no es una prioridad. Hace falta un cambio de modelo y sistema de contratación adecuado que disminuya la diferencia entre profesionales y que garantice el máximo compromiso el Servicio de Salud. El ejemplo de la OPE que lleva años sin resolverse, o el parón al que se ha sometido el Decreto de AP, son dos ejemplos del interés real de la Consejería en apostar por la Atención Primaria. Si la enfermería sigue sin funciones y atribuciones claras, y continúa la limitación de competencias actual, son precisos cambios organizativos sustanciales, como por ejemplo la creación de otros perfiles profesionales, el auxiliar o asistente del médico que ya existe en otros países, y que permite el médico trabajar de medico y no de secretario caro, y que le permita un mayor control de su gestión y de su gasto. Mientras las direcciones médicas, de enfermería y de gestión sigan trabando en paralelo sin objetivos comunes y funciones claras, esto no tiene arreglo. Llevamos más de 20 años diciendo lo mismo y nadie parece enterarse.

Los médicos de Primaria nos hemos hecho mayores y es más difícil engañarnos. Por eso rogamos a la Consejería y al SESPA que se tomen en serio el problema y tomen medidas, porque si no vamos a tener problemas muy serios.