EL LUCTUOSO TRATO A LA AP

Recuerdo la fuerza y la ilusión con la que empezaban a ejercer los primeros especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria y las grandes expectativas que generó en el conjunto del sistema sanitario y la población la reforma de la atención primaria de 1984; y me duele ver el cansancio y el pesimismo en muchos de los profesionales implicados actualmente. La reforma resultó positiva; lo sabemos todos los que vivimos el paso de los antiguos ambulatorios, y la atención por profesionales de cupo y zona, a los modernos centros de atención primaria, con el trabajo en equipo de médicos, enfermeros, pediatras, farmacéuticos o farmacólogos clínicos y asistentes sociales, dedicados en jornada completa y en exclusiva. El modelo, pese a la transferencia sanitaria a las comunidades autónomas, se ha mantenido bastante homogéneo en el conjunto del sistema, pero ha evolucionado poco, salvo experiencias territoriales de menor o mayor autonomía de gestión, lo que quizá explica en parte la situación actual.

El luctuoso trato a la AP

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