¡Y qué bonitos aplausos!

En estos tiempos tan oscuros que corren, que por suerte cada día son más grises, los médicos nos hemos sentido muy vulnerables.  Esta frase en otro momento podría haber sonado evidente o “hecha”; nuestra profesión implica riegos a la exposición, pero hemos adquirido en nuestra formación medidas para protegernos. Hablando de formación, y porque no en este punto recordar que somos ese colectivo que nunca para de “formarse”, es verdad. Que se nos reconoce con la evaluación de la carrera profesional o no (pero no es este  el momento de reivindicaciones como tampoco parece el momento de algunas explicaciones, o sí)

¡Y qué bonitos los aplausos!

Y es que este virus al final no era una “gripe “…. hace días me lo recordaba una amiga lega y pensaba ¿Cómo pudimos ser tan crédulos?

Y es que en otras ocasiones la sociedad científica nos prepara para que tengamos un nivel de formación prematuro y más alto que el resto de la comunidad. Esta vez no, toda la gravedad llegó de repente para la población que se acopiaba de esterilium y comida y para los médicos que nos embebíamos en artículos, noticias y comentarios de colegas de otras autonomías -todos con terror-

¡Y qué bonitos los aplausos!

Qué hemos echado de menos los médicos mientras nos alertaban las incertidumbres sobre nuestra seguridad, la de nuestros pacientes y la de sus/nuestras familias.

  1. Comprensión para entender que cualquier medida por encima de las homologadas nos reforzaba.
  2. Empatía cuando pedíamos intensificar la higiene y el circuito de lavandería.
  3. Facilidades para el uso de un vehículo que no fuera el propio en los avisos.
  4. Ayuda cuando la burocracia impedía el concepto de baja laboral por enfermedad profesional.
  5. Compromiso con la situación de los MIR prolongada y su actuación como adjuntos.
  6. Transparencia cuando se hacen mapeos de afectados y se elige una prioridad en el orden del listado .

¡Y que bonitos los aplausos !

¿Y que hay del liderazgo? lo echamos de menos. Cuando empecé a trabajar tuve un gerente al que llamaban el “Gran Hermano “ o el “Ojo que todo lo ve”. Nunca me sentí vigilada en aquellos años cuando me lo tropezaba a cualquier hora en cualquier pasillo, me sentía protegida.

Luego tuve otro que anotaba mis peticiones o las respuestas a sus preguntas en una libreta de muelle, siempre supe que las analizaba aunque a veces contestaba, que no muchas.

También tuve una directora médica que decía que los que menos que hacer le daban eran los médicos de Primaria, ante las insurrecciones estivales de los médicos de urgencias decía que los médicos de los centros de salud eran como un ejército: ordenados, disciplinados… y ahora me acuerdo mucho de eso, cuando veo los excelentes resultados de contención de la pandemia y comparto con la ministra que “llegan donde nadie puede llegar”

¡Y que bonitos los aplausos!!!

Ahora todo el mundo habla de las nobles iniciativas que surgen en la catástrofes. Pues resaltar nuestro gabinete de crisis y por supuesto el responsable de su pluma que cada día hace posible ese diario de carencias, que desde todas las Áreas y sectores nos llegan e incluso enlaza con el interés de directivos lectores del SESPA que contactan… y se arreglan algunas cosas ….

¡Y que bonitos los aplausos!

Y sí, que bonitos, porque nunca los habíamos percibido y todos sabíais que estábamos ahí haciendo nuestro trabajo y cuidándoos, pero nunca fue tan evidente que a pesar de no ser valorados con buenas condiciones económicas, formativas y organizativas …NUNCA íbamos a dar la espalda. No os olvidéis cuando esto pase que nosotros lo que más necesitamos es sentirnos VALORADOS